Hace ya un tiempo, buscando información sobre diferentes tipos de jardines del mundo, me topé con uno que me dejó asombrado… asombrado porqué era la antítesis de un jardín convencional… asombrado porqué se componía de la “materia prima” de mi profesión: las piedras… eran los llamados jardines Zen.
Un jardín Zen o karesansui, es un tipo de jardín japonés construido para la contemplación. Fueron introducidos por los monjes Zen hace más de trece siglos… La palabra Zen significa meditación y esta es la función principal que tienen estos jardines: ser lugares para ser contemplados y facilitar la meditación. Pero su característica más especial es que son jardines secos… me explico: se trata de una extensión de grava poco profunda, donde se ubican rocas dispersas por su superficie. La grava representa el mar y las rocas las islas (también se puede interpretar como el espacio y los planetas… el desierto y las montañas…).
karesansui del tempo Ryoan-ji (foto de Wikipedia)
Para la construcciónde un karesansui necesitaremos escoger un sitio que sea apropiado para la contemplación: es recomendable hacerlo lejos de lugares donde animales y niños puedan perturbarlo. Los Zen son jardines-escena, por tanto, deben tener unas dimensiones limitadas a nuestro campo visual. Generalmente, están pensados para tenerlos fuera de una casa, pero si no disponemos de una zona exterior, también los podemos construir en el interior de una vivienda (para pisos pequeños, venden unos recipientes montados para tal efecto). Lo más importante a tener en cuenta es que: el tamaño del jardín no es lo más importante, sino los elementos que lo integran.
Así pues, para crear un jardín Zen, se habrán de considerar tres aspectos importantes (totalmente independientes a sus medidas) como son: la simplicidad, la fluidez y la distribución de sus objetos.
Elementos que integran un jardín Zen
En primer lugar, necesitaremos un lecho detrítico. Si disponemos de un jardín de grandes dimensiones (es decir, un espacio donde podemos entrar dentro de él) yo le pondría grava. Si se tiene una superficie menor, más o menos de un metro cuadrado, yo la llenaría de gravilla. Por último, si es un receptáculo pequeño, lo más recomendable será escampar arena. En todos los casos, el material debe estar perfectamente nivelado y raseado. Después, con la ayuda de un rastrillo, podemos “peinarlo” formando diversos patrones.
Sobre esta capa de detritos, se colocarán las diferentes piedras. Estas rocas, nos quedarán mejor si las “sumergimos” parcialmente en el lecho y rastrillamos su contorno. Es tipico el uso de basaltos, pero podemos poner las piedras que más nos gusten o nos transmitan mejores sensaciones. Es preferible utilizar un número impar de rocas (dicen que da buena suerte), no se debe colocar ninguna en el centro del jardín y hemos de huir de toda simetría. Los budistas dicen que cada piedra tiene una “cara feliz”… es decir, las hemos de examinar desde todos los ángulos, para determinar que lado de ellas nos gustaría más que mostraran.
Los basaltos son rocas muy utilizadas en los jardines Zen
Por otra parte, podemos añadir al karesansui otros elementos como: troncos, algún ser vivo (plantas, hongos), cristales de roca, fósiles, velas, esculturas, elementos con agua... en fin, todo lo que consideremos que puede ayudar a crearnos un escenario visualmente agradable. Pero siempre teniendo en cuenta de no llenar demasiado el espacio: un jardín minimalista va a acentuar la fluidez de las líneas y sus objetos.
El diseño de nuestro jardín Zen es algo muy personal y lo podemos construir según nuestras necesidades estéticas, experimentando para ver lo que más nos gusta... pero recordando que la idea fundamental es mantener el jardín lo más austero posible.
Descripción e interpretación de mis jardines Zen
1.- El jardín Zen de mi despacho
Dispongo de tres pequeños jardines Zen: uno de exterior y dos de interior. El primer karesansui que tuve fue uno muy pequeño de interior. Lo compré en una tienda oriental, hace ya un tiempo. Del pack original que adquirí (completo, pero algo impersonal) me quedé, tan sólo, con el recipiente y el rastrillo.
Como lecho le puse un poco de arena de la playa de San José de Almería (muy significativa para mí y mi mujer). Por otra parte, escogí tres piedras, siguiendo como criterio de selección su color: una blanca (un cuarzo de leche), una negra (un basalto) y una gris (una pizarra, con un liquen).
Mi primer karesansui (clicad para ampliar la imagen)
Como vemos, este pequeño jardin, se ubica dentro de un recipiente de madera negra, de forma cuadrada (12X12 cm). El color negro, se dice que ayuda a absorber las energías negativas del ambiente. Está expuesto sobre la mesa de mi despacho.
La arena de su lecho detrítico está rastrillada en líneas rectas (horizontales a mi visual), esto proporciona calma al conjunto.
Sobre la arena, colocadas en triangulo (casi equilátero), tenemos las piedras: esta distribución tan regular significa que el trío de rocas está en equilibrio y tienen la misma importancia. La blanca y la negra representan a dos polos opuestos (como el ying-yang). En cambio, la gris, es un término intermedio que nos representa a nosotros mismos: somos error y acierto… somos tristeza y alegría… somos bondad y maldad… Sobre esta pizarra vive un liquen que viene a explicar que: “la duda es certeza de que estamos vivos”.
La conclusión que podemos sacar de este karesansui es que debemos ser ecuánimes en las decisiones difíciles, manteniéndonos siempre en consonancia con todos los extremos del planteamiento. Este conjunto ofrece orden, equilibrio y serenidad… factores muy importantes en mi lugar trabajo.
2.- El jardín Zen de mi salón
Mi segundo karesansui de interior, lo compré en una tienda de artículos naturales. De esta adquisición también descarté diferentes elementos de su pack original: quedándome con el recipiente, el rastrillo y una de las piedras que venía en el set (una caliza con los grafismos “Zen” pintados en superficie).
Como lecho detrítico, también le puse la arena de la playa de San José… y, complementando a la calcárea “Zen”, escogí dos piedras más: un cristal de roca y otra caliza (esta, completamente cubierta por diferentes especies de líquenes).
Mi segundo karesansui (clicad para ampliar la imagen)
Al igual que el jardincito anterior, su ubicación también es dentro de un recipiente de madera negra (para poder absorber las energías negativas del ambiente), pero, en este caso, el receptáculo tiene forma rectangular (35X22 cm). Lo podemos ver en el buffet del salón de mi casa.
El lecho detrítico está rastrillado en líneas rectas, paralelas al lado mayor de la bandeja… este patrón influye calma al espectador.
Las tres piedras se disponen a los vértices de un triangulo (más o menos) isósceles. A pesar de sus claras diferencias morfológicas, las dos calizas están unidas… esta unión queda simbólicamente representada por el rastrillado de la arena entre ambas. La pulcritud de la calcárea “Zen” nos transmite humildad y sosiego… los líquenes invadiendo a su compañera, nos expresan vida y lucha… son dos conceptos opuestos, pero conceptos que siempre deberían acompañarnos juntos en la vida. Por otra parte, el cristal de roca se sitúa relativamente equidistante a las dos calizas, tiene su contorno rastillado formando “ondas” queriendo, así, expresar las propiedades que se le otorgan a los cuarzos hialinos: se piensa que la presencia de estos minerales ayuda a recibir, almacenar y transmitir energías positivas y armonía.
La conclusión que sacamos de este segundo karesansui, es que nos ofrece sencillez y paz a todos los que vivimos en casa… pero, también, imprime fuerza y carácter para afrontar los obstáculos que nos pone la vida.
3.- El jardín Zen de exterior
Estos dos karesansui que os acabo de presentar, realmente, no dejaban de ser un simple pasatiempo con el que me entretenía, junto a mi mujer... si os fijáis, por este motivo, he etiquetado este artículo como un juego de sociedad. El impulso de crear un jardín Zen de exterior me vino cuando me di cuenta que necesitaba más espacio y mayor contacto con ellos… ¡Los karesansui eran ya más que un juego para mí!
Grafismo Zen, pintado sobre un fragmento de teja, en los muros de mi karesansui
3.1.- Ubicación
Para construir mi jardín Zen de exterior, escogí el terreno de olivos de la casita de campo de mis abuelos (cerca de la ciudad donde vivo). Desde siempre, este lugar, me a llenado de buenas sensaciones. También escogí este emplazamiento, por ser un sitio que voy a menudo, al ser el encargado de sus cuidados… un sitio donde, fácilmente, podía emplazar un karesansui.
Después de mucho meditar donde podría ubicarlo, encontré el lugar perfecto: cerca de la casita de campo hay un antiguo nido de cazadores abandonado (a mi familia no nos gusta la caza)... hasta la fecha, esta trinchera semicircular, era utilizaba como acopio de ramas secas de los olivos... entre ellas crecía, sin control, la maleza. Mirando ese montón de desechos vegetales, pensé en como quedaría en él un karesansui... me lo imaginé acabado y me gustó la idea...
Su tamaño era ideal para mi propósito: ni muy grande ni muy pequeño, cerca de la vivienda y tranquilo de niños y animales. Su forma de media luna era perfecto para la contemplación: cuando me siento al suelo, frente su apertura, el muro semicircular de piedra seca y yo somos uno y, juntos, cerramos el jardín que se abre para nosotros... Lo que antaño fue un lugar donde los hombres se ocultaban, resonaban disparos de escopeta y se mataba animales... ahora es un lugar de contemplación y meditación, silencio y paz.
Su tamaño era ideal para mi propósito: ni muy grande ni muy pequeño, cerca de la vivienda y tranquilo de niños y animales. Su forma de media luna era perfecto para la contemplación: cuando me siento al suelo, frente su apertura, el muro semicircular de piedra seca y yo somos uno y, juntos, cerramos el jardín que se abre para nosotros... Lo que antaño fue un lugar donde los hombres se ocultaban, resonaban disparos de escopeta y se mataba animales... ahora es un lugar de contemplación y meditación, silencio y paz.
3.2.- El lecho detrítico
Lo primero que hice fue sacar la gran acumulación de ramas de olivo secas, arrancar la maleza y retirar toda la tierra vegetal acumulada en el interior del nido de cazadores, hasta encontrar la roca de la base. Una vez saneado, le añadí dos sacos de gravilla como material para el lecho.
Esta gravilla (con granos angulosos de0,5 cm de diámetro) proviene de cantera, es decir: se fabricó (machacándola y cribándola) como árido para asfalto. Petrológicamente, sus heterogenias partículas son totalmente irreconocibles (pudieran ser rocas de cualquier tipología). Pero, lo importante, lo que nos tiene que transmitir el lecho de este karesansui, es que se trata de un material antrópico: fabricado por la mano del hombre… y manipulado, dentro del propio jardín, por la mano del hombre…
Esta gravilla (con granos angulosos de
Cuando llego por las tardes a la casita de campo, me siento frente mi karesansui, aparto sus piedras Zen y limpio a conciencia todas las hojas secas, ramitas y otros objetos que han caído sobre el lecho de gravilla. Una vez aseado, hundo mis desnudas manos en él… me encanta sentir el calor que desprenden sus granos caldeados durante todo el día por el sol: es como un primer intercambio de energía… Después, también con mis manos, aliso y nivelo toda la superficie del lecho. Por último, con la ayuda de un rastrillo, comienzo a dibujar líneas rectas (horizontales respecto a mi posición) esto me da calma a mí y al conjunto… una vez “peinado” el lecho ya puedo empezar a vestir mi karesansui con sus elementos.
Escoger las piedras de mi jardín Zen de exterior no fue tarea fácil, quise que fueran representativas y con fuerza interior. Sobre el lecho de gravilla, que personifica a la humanidad, quise colocar elementos que simbolizarán a la propia naturaleza. Pensé que la forma más visual para representarlo sería poniendo muestras de los tres tipos de roca que existen en la naturaleza: ígneas, sedimentarias y metamórficas. Estos tres tipos están relacionados por el Ciclo de las Rocas (tema que ya expliqué en este mismo blog). A continuación os detallaré como fue la selección de las piedras de mi karesansui:
3.3.1.- Basalto
Como rocas ígneas escogí dos muestras: un basalto y un granito. El basalto, como se ha dicho, es una roca muy importante dentro de los jardines Zen (su color negro es una fuente de absorción de energías negativas). Era imprescindible, pues, disponer de un ejemplar en mi jardín.
El fragmento escogido se trata de una bomba volcánica. La recogí, hace muchos años, cuando era niño, en los volcanes de Olot (Girona). Se trata de un piroclasto (roca de fuego) anguloso y lleno de vesículas. Dentro del jardín descansa (como recién caído del volcán) sobre el lecho detrítico.
3.3.1.- Basalto
Como rocas ígneas escogí dos muestras: un basalto y un granito. El basalto, como se ha dicho, es una roca muy importante dentro de los jardines Zen (su color negro es una fuente de absorción de energías negativas). Era imprescindible, pues, disponer de un ejemplar en mi jardín.
El fragmento escogido se trata de una bomba volcánica. La recogí, hace muchos años, cuando era niño, en los volcanes de Olot (Girona). Se trata de un piroclasto (roca de fuego) anguloso y lleno de vesículas. Dentro del jardín descansa (como recién caído del volcán) sobre el lecho detrítico.
3.3.2.- Granito
La otra roca ígnea de mi karesansui es un granito. Se trata de una roca muy resistente, formada a partir de un magma (pero, en este caso) dentro de la corteza terrestre. Está compuesto, básicamente, por cuarzo (como sabéis, un mineral, también, muy importante en un jardín Zen), feldespatos y micas biotitas. Estos tres cristales se disponen en desorden, pero en equilibrio, dentro de la propia roca.
Mi fragmento de granito (de superficie muy angulosa) proviene de la Sierra de Guadarrama (Segovia). En mi jardín Zen nos muestra un corte fresco (sin ninguna alteración externa) y está en posición vertical, sobresaliendo del lecho de gravilla...
Fragmento de granito anguloso hundido en mi karesansui
3.3.3.- Jaspe de Tortosa o Piedra de la Cinta
Como rocas sedimentarias opté por dos tipos de calcáreas: un jaspe de Tortosa y una caliza con fósiles. El jaspe de Tortosa, popularmente conocido como Pierda de la Cinta, se trata de una caliza de un color rojizo muy característico. Es una roca ornamental (mal denominada mármol) única en el mundo por sus características intrínsecas y muy apreciada por los marmolistas por sus calidades manipulativas. A Italia es conocida como "a broccatello di Spagna", por su similitud con las texturas de los brocados. Como anécdota decir que, la Piedra de la Cinta, es una de las rocas utilizadas en las sepulturas del Panteón de los Reyes de España, en la cripta del Palacio del Escorial.
Mi muestra la encontré al lado de mi casa (a 1,5 kilómetros hay una cantera abandonada de jaspe de Tortosa). Es un fragmento redondeado pero anguloso.
Jaspe de Tortosa (Piedra de la Cinta) sobre el lecho de mi karesansui
3.3.4.- Caliza fosilífera
La otra roca sedimentaria de mi jardín Zen, es la caliza fosilífera. Mi muestra se trata de un canto rodado encontrado en el río Tastavins, a su paso por Peñarroya de Tastavins (Teruel). El material que compone esta piedra, son los restos del sedimento de un mar jurásico con rico registro paleontológico (recordemos que en esta localidad se descubrió a un gran dinosaurio saurópodo llamado “Tastavinsauro”). Este rico registro fósil, queda testificado por los restos de conchas de moluscos que se observan por la superficie de esta piedra.
La otra roca sedimentaria de mi jardín Zen, es la caliza fosilífera. Mi muestra se trata de un canto rodado encontrado en el río Tastavins, a su paso por Peñarroya de Tastavins (Teruel). El material que compone esta piedra, son los restos del sedimento de un mar jurásico con rico registro paleontológico (recordemos que en esta localidad se descubrió a un gran dinosaurio saurópodo llamado “Tastavinsauro”). Este rico registro fósil, queda testificado por los restos de conchas de moluscos que se observan por la superficie de esta piedra.
Esta roca de superficie redondeada y rodada, me cuenta detalles de su interesante historia geológica: nació en un mar desaparecido, se convirtió en piedra, la tectónica la elevó a las montañas y la erosión la descubrió, la arranco de la roca madre y la rodó hasta mis pies…
Canto rodado de caliza (con fósiles) sobre el lecho de mi karesansui
3.3.5.- Esquisto
Con delicadeza tomo y escucho a este honorable "anciano"… me confiesa que su historia se remonta a la era primaria de la Tierra… me cuenta que fue arcilla, se convirtió en roca y se metamorfizó... que a sufrido dos orogénesis (la hercínica y la alpina), que ha visto reinar y sucumbir cientos de especies, que ha vivido la apertura y cierre de los océanos… Hoy, terminando su ciclo vital, acoge con dulzura a seres que viven sobre ella… hoy: ¡a conocido a los humanos!
Fragmento de esquisto (con líquenes y musgo), medio enterrado en mi karesansui
3.4.- Conclusiones
A parte de estas 5 piedras Zen, junto a mi karesansui habita un ser vivo: se trata de una pequeña planta, colocada en un tiesto de cerámica y dispuesta fuera de la gravilla del lecho (por lo que su presencia no rompe la imparidad de los elementos presentes dentro del jardín).
Si miramos la siguiente foto, podemos ver que las cinco piedras se sitúan en forma de pentágono (mostrando equilibrio e igualdad entre todas ellas). Alrededor de cada una de las rocas, se dibujan líneas concéntricas sobre la gravilla: estos trazos representan conexión y ciclicidad entre ellas pero, también, independencia para cada una.
Si nos fijamos, este jardín Zen, representa un gran reloj natural, donde cada roca es un instante de nuestra vida. Comenzamos por el basalto (y vamos mirando el resto de piedras siguiendo el sentido horario), pues bien, esta primera roca, nos representa, dentro del karesansui: nacimiento, fuego, pasión... A continuación tenemos el granito, esta nos evoca: niñez, inocencia, descubrimiento. La siguiente es el jaspe de Tortosa, representa: juventud, rebeldía, proximidad... Después aparece la caliza fosilifera, símbolo de: adaptación, lucha, progresión... Por último, tenemos el esquisto... la roca más antigua de todas, situada a la "medianoche" de este peculiar reloj (terminando ya el día... su ciclo vital), esta vieja roca nos transmite: experiencia, decadencia, fragilidad…
La distribución de estas piedras Zen trazan, dentro del jardín, una trayectoria circular en sentido horario… la misma trayectoria que el hace el tiempo con todos los procesos de la naturaleza y de nuestra propia vida.
La distribución de estas piedras Zen trazan, dentro del jardín, una trayectoria circular en sentido horario… la misma trayectoria que el hace el tiempo con todos los procesos de la naturaleza y de nuestra propia vida.
3.5.- Elementos temporales
Así pues, este conjunto “gravilla-piedras”, representa el binomio “humanidad-naturaleza“… Pero es, sobretodo, equilibrio de todos sus componentes...
Para ayudar a la abstracción y durante el momento de la meditación, a veces “engalano” mi karesansui con piezas que, al acabar, quito. Estas piezas representan los cuatro elementos clásicos: La tierra figurada por arena dentro de un cacito de cerámica. El fuego como una vela encendida, con su cera confinada en un recipiente de metal. El aire es el humo de una barra de incienso apoyada sobre un quemador de madera. El agua, sacada de las entrañas de la tierra, está vertida dentro de un bol de vidrio transparente. Todos estos elementos temporales se sitúan por los espacios libres del jardín: sin simetrías pero de forma equilibrada y sin ocupar el interior del pentágono de piedras. La presencia de estos cuatro complementos, no altera el número impar de elementos expuestos dentro del karesansui. Su interacción consigue una mayor armonía entre el jardín Zen y yo...
En fin... No se si es por el amor innato que tengo a las piedras… quizás sea por mi marcada espiritualidad… o pudiera ser que fuera cuestión de sensibilidad e imaginación… pero el tiempo me enseñó a escuchar las piedras, a ver su alma y a sentir su energía… el tiempo me enseñó a entender a las rocas, mucho más lejos que la geología me aleccionó… el tiempo me enseñó a ser, tan sólo una pieza más, dentro de mi karesansui.
Gracias por compartir conmigo este momento de contemplación… gracias por compartir mi experiencia.