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Channel: Humbert Sanz
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Rebelión en el Huerto

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George Orwell, en 1945, publicó Animal Farm (traducida al español como “Rebelión en la Granja”). Se trata de una fábula mordaz que satiriza con la situación político-social de la URSS de aquella época… pero, Rebelión en la Granja, también es una crítica al trato (a veces brutal) que tenemos los humanos con los animales. Pues bien, en honor a esta novela, me he permitido la licencia de titular este post como: Rebelión en el Huerto… ¡porqué los vegetales también claman respeto!

Fue hace unos años, debía ser el mes de abril o mayo, viajando entre Segovia y Ávila “naufragué” en medio de un inmenso mar de campos de trigo… detuve el coche en aquella carretera rural y me adentré unos metros  en el verde trigal. Allí me quedé mudo y quieto, como un espantapájaros, mi vista no abarcaba los límites de tan fantástico verdegal, me senté con cuidado en el suelo arenoso. Recuerdo que el viento soplaba suave, balanceando el trigo creando olas, como ocurre sobre las aguas de un estanque en calma… el trigo se balanceaba, siseando a mi alrededor, como susurrándome lo feliz que era viviendo en aquellos lares.
  
Campo de trigo verde al viento (imagen de cosaswood.com)

Acariciando dulcemente una de las infinitas espigas, recordé mis clases de ciencias naturales en el colegio… recordé que estaba sosteniendo entre mis manos un ser vivo del reino plantae, un vegetal enraizado en un suelo granítico; una gramínea de largo tallo y poco ramificada, con hojas linear-lanceoladas y una característica inflorescencia donde se disponen sus granos.

Finalmente me levanté y, feliz, proseguí mi camino.

Regresé en agosto, deseando volver a sentir la vida y la alegría que recordaba de ese campo de trigo… pero allí me encontré tan sólo con los rastrojos de lo que antes fue ese verde trigal… Allí, donde unos meses antes hubo un verde mar de paz, ahora había un terreno baldío surcado por las roderas de las cosechadoras. Inspiré… todavía se olía a trigo cercenado; miré… y como si de trofeos se tratase, estaban los tallos de esas plantas asfixiados en pacas de paja.

Rastrojos de trigo y roderas de cosechadora (imagen de fotomilk.com)

Llegó la noche y nos hospedamos en una venta de aquellas tierras castellanas… sentados en una vieja mesa de roble, la posadera nos trajo una redonda hogaza que había amasado ese mismo día. La rebanó en generosas porciones y se fue a preparar la cena… tomé un pedazo de ese dorado pan y recordé ese campo de trigo verde, recordé a esas plantas (llenas de vida) enraizadas sobre un suelo granítico… mientras saboreaba ese tierno chusco, se me dibujo una dulce sonrisa en mi cara… Sonreí porqué, ese trigo, fue mimado por el campesino y cosechado cuando alcanzó el momento óptimo de madurez. Sonreí porqué, gracias a esa gramínea de largo tallo, pueden vivir muchas familias y se alimentarán personas y animales.

Un tiempo después, en Barcelona, quedé con un buen amigo vegetariano. Fuimos a comer a un restaurante naturista del centro de la ciudad. Mientras comíamos una hamburguesa de tofu con champiñones; debatimos sobre las razones para hacerse (o no) vegetariano… entre ellas aparecieron motivos como: la salud, religiosos o éticos. La verdad es que fue una charla muy interesante y constructiva, ya que el es un vegetariano convencido y yo, un “carnívoro” que disfruta hincando el diente a un filete de ternera poco hecho… Pues bien, después de ese amigable debate, cada uno continuó con su forma de pensar (y de comer), pero el me reconoció que veía las cosas de otra forma; en cambio yo, todavía me afiancé más con la idea que hacerse vegetariano no era una buena idea… os cuento:
  
Diagrama de la Dieta Mediterránea (imagen de botanical-online.com)

Si queremos ser vegetarianos sólo por motivos de salud: ¡nos equivocamos! Creo que estamos todos de acuerdo que la dieta más saludable y equilibrada que existe, es la Dieta Mediterránea. Si miramos el anterior diagrama, vemos que, a pesar de que los vegetales deben ser la base fundamental de nuestra dieta, necesitamos las proteínas animales para una correcta y equilibrada alimentación. Algunos dirán: la carne roja no me sienta bien… pues (¡mejor!) no te la comas, pero toma carne blanca o pescado (digestivo y necesario para nuestra correcta alimentación).

Si el ser vegetarianos es debido a nuestra religión, en este caso, poco puedo decir… ya que cada uno es libre de creer lo que quiera… pero, que yo sepa, ninguna religión mayoritaria de este mundo prohíbe comer todo tipo de carne o pescado… Es más, si decimos que somos vegetarianos sólo porqué nuestra “religión” así nos lo exige, personalmente creo que estamos enganchados a una peligrosa secta destructiva…

Otros motivos para hacerse vegetariano serían los éticos. Las razones éticas que esgrimen sus practicantes, para no comer ningún ser vivo del reino animal, son: el maltrato que sufren estos y su sobreexplotación… profundicemos un poco sobre este controvertido tema:

En primer lugar, quisiera recordar que los humanos somos también seres del reino animal… de hecho, somos unos animales que habitamos en la Tierra desde hace unos 2 millones de años. Una de las razones de nuestro éxito evolutivo es nuestra gran adaptabilidad a los cambios, esta adaptabilidad se traduce también con nuestra alimentación… ya que, dependiendo de las circunstancias ambientales, podemos variar radicalmente nuestra dieta, pudiendo comer: carne, pescado, verduras, huevos, frutas, semillas, raíces, insectos, etc.

Recreación de un grupo de australopitecos recopilando alimento (imagen de web.educastur.princast.com)

Así pues, nos guste o no, somos animales omnívoros… nuestro sistema digestivo necesita comer diferentes tipos de alimentos para nutrirse de forma idónea y equilibrada. Como me dijo un día mi buen amigo Robert Guinovart, tenemos que comer carne ya que, por algo, no tenemos un estomago dividido en 4 partes como una vaca…

Ironías a parte, todos los seres vivos del reino animal (donde incluimos a los humanos) tenemos, entre otras características comunes: una nutrición heterótrofa por ingestión, es decir, todos los animales (carnívoros o herbívoros) tenemos de comernos a otro ser vivo (o parte de él) para subsistir y, generalmente, comérnoslo representará su muerte. Parece duro, pero es ley de vida… De la misma forma que muere un animal al ser cazado y devorado, se muere una planta o un hongo cuando nos lo comemos: también a ellos les hemos privado de su legítima vida.

Leonas cazando a un agonizante hipopótamo (imagen de naturalezaviva.org)

Pueden decir: ¡No es lo mismo!

¿Y por qué no?, ¿es qué los humanos disponemos de un poder divino para decidir que ser vivo debe vivir y cual debe morir?, ¿es que tu sabes si sufre, o no, una planta al ser arrancada del suelo para dejarla morir lentamente en tu nevera?

Una cosa está clara: los humanos inventamos la agricultura y la ganadería para no tener que depender de la caza y la recolección, sujeta a los cambios ambientales. Hoy en día, en la Tierra, somos unos 7000 millones de personas y tenemos que generar mucho más alimento para todos… generar más alimento puede significar una sobreexplotación y abuso de las condiciones vitales de animales y vegetales. Pero… ¿qué tenemos que hacer?, ¿dejar de producir alimento?, ¿diezmar la población mundial y regresar al Paleolítico? Todos queremos (o deseamos) un plato de arroz o una pechuga de pollo cada día y… te recuerdo: somos 7000 millones de personas, no podemos vivir del aire…
  
Granja de pollos industrial (imagen de hoyagro.es)

En conclusión, creo que ha quedado claro que debemos comer de todo de forma equilibrada, ya que es necesario para nuestro organismo. Pero, por otra parte, sí que es verdad que tememos que velar que todos los animales de granja y pasto, tengan unos cuidados correctos durante su vida y que su sacrificio sea rápido y aséptico. También hemos de luchar para que la caza y la pesca se haga dentro de los límites legales para poder preservar el equilibrio medioambiental.

De la misma manera, hemos de esperar el mismo respeto para todos los vegetales... el mismo que tuvo aquel agricultor castellano que cuidó ese mar de trigo verde... ese trigo que creció feliz en aquel campo avilés, viendo salir el sol cada mañana… ese trigo que, una mañana de verano, se le "segó la vida" para podernos dar, a todos, ese pan de cada día.

Con este escrito he querido expresar mi cariño y respeto a todos los animales de la Tierra: ya sean salvajes o domésticos, ya sean de compañía o ganado... Quien me conoce sabe que cuido desde la más pequeña hormiga, a la arisca salamanquesa, al cariñoso perro abandonado, al asustadizo cordero…

Pero sobretodo, con este escrito, he querido expresar mi cariño y respeto hacia el reino plantae (y fungi)… a esos “otros” seres vivos que sufren los “daños colaterales” de los que se hacen llamar vegetarianos… ;-)
  
Abrazando un olivo milenario a la rambla de los Viruegas, en Agua Amarga (Almería)

Espero que os haya parecido interesante mi punto de vista, redactado con todo el respeto hacia todas las maneras de pensar. ¡Espero vuestras opiniones!

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